domingo, 7 de diciembre de 2008

Dejavú (parte 1)


Solía soñar cuando chico, con una niña hermosa de vestido de juegos que se hamacaba todo el tiempo en una plaza. Siempre la soñaba sola, triste y melancólica, en el mismo lugar que re descubrí este año después de una extensa búsqueda.
Estuvo conmigo muchos años, hamacándose entre las hojas arremolinadas. Con el tiempo se convirtió en una visión recurrente que acudía a mi en las tardes de escuela cuando mi imaginación abandonaba las corridas en la cancha o los viajes a las estrellas y en las tardes de lluvia donde no se podía salir a jugar. Lo cierto es que no recuerdo bien cuando comenzó, ni siquiera recuerdo con claridad un momento de mi infancia en que no haya convivido con esa imagen tan diáfana. Y se perdió como a los 12 años, al entrar en el liceo entre amigos, ruido y libros nuevos. No la volví a ver hasta los 15, cuando murió mi abuelo y en una noche de tristeza, sin compañía, sin nada a que aferrarse, aquel adolescente confundido encontró de nuevo aquella imagen de inocencia, de esa tristeza que siempre deseó curar con abrazos, la imagen de lo inexplicable. En ese momento me propuse encontrar esa niña que parecía estar allí solo para recibir mi amor, mi hija tal vez, mi compañera, no sabía. La busqué muchos años, hasta que poco a poco me fui convirtiendo en un hombre común, con las prisa y las preocupaciones banales de la mayoría, viviendo una vida con pocas cosas interesantes, trabajo, estudio y vacaciones; amores comunes, lugares comunes. Ya en los últimos años llegué a sentir el hastío y la desmotivación de mi vida.
Pero lo mas importante que olvidé era que existe una fuerza inexplicable llamada destino, lo había leído en Castañeada como parte de otra gran fuerza llamada “el intento”, su lado incontrolable; lo supe mucho tiempo pero lo olvidé como tantas cosas. El destino no manda cartas pero escribe en las paredes de la piel y se escucha en las mañanas cuando dibuja flashes en tu mente...


"Toma de mí, todo
bébetelo bien
hay que ayunar al filo
del amancer"

Silvio Rodriguez

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