
Una noche, durmiendo en una dormitorio ajeno en Sayago, allá por el 2006, volvió aquel sueño tan vívido y lejano, como una ola gigantes e incontrolable. Desperté sobresaltado con un sentimiento de desasosiego, y en ese momento la vi en la pared, tan real, tan igual a esa cara guardada en mi memoria. Me costó un buen rato creerlo ya que mi vista siempre fue muy mala. Era una foto mural, grande como la que tenían algunos amigos en sus cuartos, una fotografía sacada a los 8 o 9 años de la mujer que dormía a mi lado. Sin saberlo me había enamorado de la mujer-niña de mis sueños, de alguna forma eso que le llaman destino se volvió real para un escéptico como yo, y esa madrugada se derrumbaron todas mis verdades, todos los años de olvido y la seguridad de la vida banal. Desde esa noche me quedé muchas madrugadas en vela solo para verla dormir, fascinado imaginando nuestros posibles encuentros pasados, nuestro futuro, sin entender, sin saber como decir lo indecible.
Como buen humano limitado solo llegué a comprender pequeñas partes del todo y por miedo nunca se lo comenté, pero supe porque ese amor parecía desde un principio abarcarlo todo y llenarme hasta sentirme mas vivo que nunca.
Mi niña de la hamaca estuvo siempre allí, esperando, triste entre las hojas que volviera por ella en una primavera, la primavera en que renací para volver a ser el niño que había olvidado.
dices que el río
encuentra el camino hacia el mar.
y como el río
tu vendrás a mí
mas allá de las fronteras
y las tierras sedientas.
dices que como el río,
como el río,
el amor vendrá,
el amor
U2 (Miss Sarajevo)